Cuantas veces no pedimos que sucedan las cosas... pedimos muchas cosas y esperamos muchas otras sin pedirlas, y al final las cosas que obtenemos no siempre parecen satisfacer esa "necesidad interna".
Hoy pensé en abrir mi corazón y pedirle a Dios que me ayudara a obtener las cosas que realmente mi corazón estaba pidiendo y de inmediato vi una imagen clara de las veces en que he sentido que en medio de una conversación comenzaba a hablar de lo que la otra persona realmente necesitaba. En ese momento comenzaba a ver como surgía una incomodidad absoluta, escepticismo, molestia, rechazo a lo que estabamos hablando.
Una conclusón rápida es que cada uno de nosotros esta envuelto en al menos dos engaños: el primero es que necesita algo que en realidad no le hace falta. El segundo es que no necesita lo que en realidad requiere o peor aun, que es imposible tenerlo.
El paso obvio para "entender" el primer engaño es analizar el espacio mental... lo que sucede a mi alrededor cada día y concluir que es lo que estoy buscando... que es lo que creo que necesito. Al nombrar cada cosa, casi de inmediato, una voz interior comenzará a mostrarnos si esta es una necesidad real o enmascara otra y sucederá que al llegar a la necesidad primordial encontraremos algo simple y que posiblemente no aceptemos en primera instancia...
Y así nos enfrentaremos al segundo paso...
Dios nos bendice cada día.
Juan.
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