Ayer estuve en una charla de preparación para el bautismo de nuestro segundo hijo Eduardo Enrique, y para nuestra sorpresa la charla no fué dictada por el párroco a quien tenemos en muy alta estima, sino por un señor quien se identificó como colaborador de la parroquia.
Para nuestra sorpresa él dijo muchísimas cosas que invitaban a la reflexión y de entre las que dijo la que más me “dejó” fue esta:
¿Estamos aquí para o por?
Cuando nos acercamos a Dios para tenemos una intención, algo que queremos y esperamos recibir a cambio. Nos conectamos necesitados, vacios.
Cuando nos acercamos a Dios por reconocemos una intención de Dios y actuamos como respuesta a algo que ya nos dió. Nos conectamos agradecidos, medio llenos.
Esto me recordó la parábola de los talentos, porque el por es aquel con el talento en la mano, orando por tener la inspiración de invertirlo en algo que tenga provecho, mientras el para se olvida de la moneda que ya recibió enterrándola bajo tierra y sintiendo que necesita algo caído del cielo para avanzar.
¿realmente necesitamos algo más de lo que tenemos para seguir? ¿o la inspiración para construir algo con lo que ya hemos recibido?
Esta semana descubrí mis falsas aspiraciones para construir un penthouse negándome a vaciar las fundaciones. Si queremos hacer una casa en lo alto, es posible que la pala que recibí sirva para excavar el lugar donde van a ir las columnas, y una vez que esté el hueco hecho llegue el cemento para las fundaciones.
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