Algunas veces confundimos el capuyo con la flor, y aunque su belleza nos cautiva, permanecemos con la sensación de que algo nos esta faltando... que seguimos vacios...
Las respuestas que buscamos son como flores... debemos darles el tiempo suficiente para que se desarrollen y florezcan a plenitud.
En nuestra cultura del tiempo limitado y la vida contra reloj, terminamos interrumpiendo constantemente los procesos y tomando antes de tiempo los frutos de nuestro trabajo, perdiendo gradualmente su efectividad.
Si pudieramos contemplar la vida que nos rodea un tiempo suficiente, veriamos un panorama completamente distinto al que hemos percibido hasta ahora... lleno de energía e interconectado por completo.
Este es el principio de la contemplación zen. No obstante la diferencia es donde colocamos la mirada y que mirada utilizamos para contemplar... desde donde estamos viendo?
Es el escavo o el hijo el que mira? el rey o el mendigo? quién?
OM SHANTI
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